La sequía extrema que atraviesa nuestro país no es un fenómeno normal. La comunidad de expertas y expertos ha comenzado a llamarle “mega sequía” por tres razones: su amplitud geográfica, desde Coquimbo hasta la región de Los Ríos; su permanencia en el tiempo, pues se ha extendido por más de 13 años; y el déficit de precipitaciones de 20 a 40% en comparación al registro promedio nacional. Y, contrario a lo que se tiende a pensar, la escasez de lluvia (en forma de agua y nieve) y el derretimiento de glaciares representan apenas 12% de las causas de la sequía; según cifras de Escenarios Hídricos 2030, el factor más relevante son las fallas en la gestión y su gobernanza, con un 44%.
Opinión Gonzalo Sánchez
Fuente La Tercera
Ejemplos de la mala gestión hídrica hay en todo el país. En San Pedro de Atacama, han ocurrido situaciones en que la gente no tiene agua, pero la industria minera sigue funcionando sin parar. En Valparaíso, múltiples sectores son abastecidos con agua potable proveniente de camiones aljibe, e incluso en la región de los Ríos, la más lluviosa de nuestro país, 11 de sus comunas son abastecidas por este medio.
El panorama no es alentador: informes de la Dirección General de Aguas indican que para el periodo 2030-2060, la disponibilidad hídrica en la zona centro-norte del país podría disminuir más de un 50%. Pero no todo está perdido.
La modificación y nuevo enfoque del Código de Aguas, que garantiza el consumo humano por sobre los usos productivos; la aprobación por parte de los constituyentes para crear una Agencia Nacional de Aguas que asegure el uso sostenible del recurso, el acceso al derecho humano y al saneamiento y conservación de los ecosistemas asociados; y la gran cobertura de los medios de comunicación a este problema índica que finalmente el fenómeno de megasequía empieza a ser tomado en serio por las autoridades, encaminando hacia un Chile más comprometido con el cuidado del agua.
Combatir la problemática de la megasequía requiere conocer las cuencas del país, cuanto se consume, y aumentar la cantidad de datos hidrológicos y de calidad de agua. ¿Cómo podemos solucionar un problema, si no tenemos la información ni el conocimiento suficiente sobre él? Aumentar el monitoreo de caudales y variables de calidad de aguas de los cauces y priorizar el estudio científico es una necesidad: resulta imposible tomar decisiones realistas contra la escasez hídrica sin los datos o un panorama completo del problema en una zona.
Pese a que la buena gestión hídrica es primordial, cuidar el agua no sólo es un problema del Estado. Todos consumimos agua y podemos aportar nuestro granito de arena: es fundamental educar con el ejemplo, respetando las nuevas tendencias de conservación y protección. Los parques de la región metropolitana consumen cerca de cinco piscinas olímpicas llenas al día, es por esta razón, que medidas como reemplazar el pasto ornamental con plantas endémicas de bajo consumo hídrico son fundamentales. Este tipo de medidas pueden ser replicadas fácilmente en cada uno de nuestros hogares.
*Ingeniero en Obras Civiles UDP. Académico Diplomado en Gestión de calidad de aguas superficiales a escala de cuenca, Facultad de Ingeniería y Ciencias UDP