Un aspecto totalmente desenfocado en el debate es si efectivamente Minera Dominga es un proyecto minero de hierro viable, según la calidad del yacimiento y la lógica del mercado internacional. O si, como sostienen algunos expertos, es solo una especulación minera a la caza de inversionistas, en que la mina sería solamente el pretexto para lograr la construcción de un puerto en una zona de alto riesgo medioambiental. Sin Dominga no hay puerto, pero una vez autorizado el proyecto minero, ello conlleva la construcción de un puerto, que dispararía su valor nominal de manera exponencial, aunque luego nunca llegara a ser un yacimiento minero en explotación.
Opinión Santiago Escobar
Fuente El Mostrador
El honor y la reputación de Chile como un país minero se juega todos los días en los mercados internacionales. No por el hierro sino por el cobre, mineral del cual el país es uno de los principales productores mundiales. Este solo hecho obliga a mirar de manera estricta y objetiva los datos técnicos del proyecto minero Dominga, que solo es de hierro, y que ha puesto en el tapete el funcionamiento de la institucionalidad minera, la responsabilidad política de Sebastián Piñera y la probidad de su Gobierno. El Presidente enfrenta hoy una acusación constitucional por un contrato de venta de ese proyecto minero, suscrito al margen del control legal de las leyes chilenas, en un paraíso fiscal –las Islas Vírgenes Británicas– y que el Mandatario declara no haber conocido.
Un aspecto totalmente desenfocado en el debate es si efectivamente Minera Dominga es un proyecto minero de hierro viable, según la calidad del yacimiento y la lógica del mercado internacional. O si, como sostienen algunos expertos, es solo una especulación minera a la caza de inversionistas, en que la mina sería solamente el pretexto para lograr la construcción de un puerto en una zona de alto riesgo medioambiental. Sin Dominga no hay puerto, pero, una vez autorizado el proyecto minero, ello conlleva la construcción de un puerto, que dispararía su valor nominal de manera exponencial, aunque luego nunca llegara a ser un yacimiento minero en explotación.
Para hacer más complejo el escenario, detrás de toda esta especulación estaría la integración geoproductiva con Argentina a través del Túnel de Agua Negra, con un complicado juego económico y geopolítico de corredores bioceánicos. Toda una apuesta especulativa que El Mostrador ya expuso el año 2017 en dos sendos reportajes de Investigación (lea aquí Túnel de Agua Negra: el meganegocio de infraestructura y su desconocido vínculo con los proyectos Dominga y Cruz Grande ; y Complejo portuario en Coquimbo amenaza convertir santuarios naturales en una nueva zona de sacrificio ambiental).
Hoy todos los materiales disponibles adquieren relevancia ante la acusación constitucional contra el Presidente, pues podrían clarificar los motivos del contrato de venta con cláusula condicional para el pago, suscrito en las Islas Vírgenes Británicas entre las familias Piñera y Délano. Y la efectividad de que sí puso en juego la política exterior de Chile, su honor como país minero, y la probidad y transparencia de sus instituciones, lo que por mandato constitucional corresponde al ámbito de responsabilidad del Presidente de la República.
En un reportaje de mediados de agosto de 2021, de la revista digital Vocería Virtual (17/8/2021), el geólogo Mario Rojo Lara sostuvo que “Minera Dominga es especulación pura y dura. No es un negocio de minería real. Lo que ha hecho Andes Iron es desprestigiar la imagen minera del país”.
Experto en minería de hierro y de uranio, lo declarado por Mario Rojo apenas tuvo eco en la prensa. Rojo se desempeñó 11 años en la Comisión Chilena de Energía Nuclear de Chile (CCHEN) y 32 años en la Compañía Minera del Pacífico (CMP), dueña del Mineral El Tofo y principal productora de hierro en la costa americana del Pacífico. Allí fue jefe de la Unidad de Geología, y conoció muy bien Dominga, respecto a la cual dice que “es la continuación del mismo paño minero de El Tofo”, y está separado solo por una línea que marca en un plano las pertenencias mineras.
Como jefe de Geología de la compañía, analizó Dominga durante una oferta de venta motivada por el boom del precio del hierro a fines del 2000. Allí volvió a determinar que “el material es de mala calidad, lo que incide en una baja recuperación en peso para lograr un producto vendible”, dijo, razón por la cual “se suspendieron los estudios”.
Años después, Andes Iron volvió a ofrecerle Dominga a CMP, y revisó nuevamente el proyecto, confirmando lo dicho anteriormente. Tras este fracaso, trataron de venderla a Mitsubishi en Japón, pero esta consulta sus proyectos mineros de Sudamérica con CMP y desistió rápidamente. Andes Iron declara que producirán concentrado de hierro de alta calidad y bajo costo, es decir, “un producto premium y competitivo”, cuyo costo de inversión es de US$2.500 millones.
En un reportaje de mediados de agosto de 2021, el geólogo Mario Rojo Lara sostuvo que “Minera Dominga es especulación pura y dura. No es un negocio de minería real. Lo que ha hecho Andes Iron es desprestigiar la imagen minera del país”. Por ejemplo, para producir los 12 y medio millones de toneladas anuales, Dominga requeriría chancar más de 65 millones de toneladas de roca y mover casi 200 millones de estéril al año. Un verdadero desastre ambiental con muy poco olor a negocio rentable.
Según Rojo, ninguna de las dos afirmaciones cuadra con la realidad. Lo que hay de mineral en Dominga, “son tobas mineralizadas con magnetita que en su parte superior contienen este mineral oxidado. Para efectos prácticos es estéril y debe llevarse a desmontes, lo que significa que el costo de producción es muy alto para generar ganancias. La ley media de hierro de Dominga es de 23%. Como comparación, la ley media de El Romeral es de 52%, lo que implica que hay que mover menos roca para sacar el mineral. Y la ley de cobre que declara Dominga (mineral adicional) es 0,09%. Pero ‘en la minería de cobre menos de 0,1% se considera estéril’, por lo que no podría declararse como un recurso cobre adicional”.
Para producir los 12 y medio millones de toneladas anuales, Dominga requeriría chancar más de 65 millones de toneladas de roca y mover casi 200 millones de estéril al año. Un verdadero desastre ambiental con muy poco olor a negocio rentable.
Por otra parte, es difícil saber cómo Dominga llega a la suma de US$2.500 millones de inversión. Según sus cálculos, Rojo señala que, para producir lo prometido, requiere al menos un puerto y una planta de filtros en la costa, que cuestan unos US$450 millones; después, cada tonelada de producto anual cuesta como capital US$260 millones la tonelada, que se debe multiplicar por 12.5, según la producción calculada; y aparte hay que sumar la planta desaladora, que son unos US$ 300 millones como mínimo, además de otros gastos. Eso suma mucho más que US$2.500 millones. Se pone esa cifra porque en minería toda inversión sobre 3.000 millones de dólares es de alto riesgo, disminuye sensiblemente el interés de los inversionistas y todos la miran con lupa. Y en otra parte de su entrevista recalcó que “lo único que puede hacer rentable el proyecto es el puerto”.
Es relevante y preocupante que en Chile una empresa minera puede declarar lo que quiera sobre las leyes del mineral o los costos de inversión, sin que Sernageomin u otro organismo público lo certifique o cuestione. Existe la ingeniería de pares, como en ciencias, pero no es obligatoria y Andes Iron no lo hizo. Solo tiene empresas contratadas y formularios declarados, que cita a cada rato pero que no certifican nada, por lo que quien desee conocer la verdad del proyecto, debe contratar sus propios expertos y revisar partida por partida o creerle al propietario. Esto último es lo que al parecer espera la empresa, que llevaría gastados unos US$400 millones y espera vender en US$2.500 millones.
Tal vez revisar rigurosamente el proyecto deba ser parte de lo que haga el Congreso con motivo de la acusación constitucional en marcha. Porque, más allá del daño ambiental asociado y las ambigüedades presidenciales, si no queda claro cuál es el negocio real, cuál su viabilidad y quienes forman parte de él, como ideólogos o gestores, la reputación del país habrá experimentado un duro revés y quedará impresa la imagen de otro fraude impune, permitido por el Estado de Chile.
El año 2017, cuando se analizaba ambientalmente Dominga, Iván Garrido, gerente general de Andes Iron, declaró a la prensa: “A nosotros nos están dando como bombo en fiesta, pero nadie habla de Cruz Grande. Hay una inconsistencia. Pero eso no me lo tienes que preguntar a mí, tienes que ir a preguntarle a Oceana, a Modema (Movimiento en Defensa del Medio Ambiente), ¿por qué no alegan contra Cruz Grande si, en rigor, les interesan las especies protegidas?”.
E interrogado sobre el hecho de que los documentos oficiales del Túnel Binacional Agua Negra reconocían a Dominga como parte de la finalidad que tendrá, señaló: “Nadie se nos ha acercado ni hemos tenido ninguna conversación respecto al Túnel de Agua Negra. Por lo tanto, nuestro estudio de impacto ambiental es solamente para sacar el mineral de Dominga, es decir, si fuéramos aprobados, habría que hacer otro estudio para ver si es posible usar ese puerto para otros fines. Por lo tanto, no tenemos ninguna relación formal con Agua Negra. Nunca nos han invitado, y es raro que nos nombren”. Poco creíble en gente que invierte tanto dinero.