n octubre de 2010, comenzó a funcionar formalmente el Ministerio del Medio Ambiente (MMA) en Chile, el que había sido creado por ley en marzo de ese mismo año en conjunto con una nueva institucionalidad ambiental, compuesta por la Superintendencia del Medio Ambiente (SMA), el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) y los tribunales ambientales. Este mes se cumplen 10 años de ese hito, un período en el que, con aciertos y errores, se ha ido configurando en el país una mirada más amplia sobre la importancia de la protección del medio ambiente en nuestro desarrollo, pero donde aún subsisten las tensiones entre la necesidad de resguardarlo y el desarrollo productivo.
En el marco del ciclo de conversatorios web “A 25 años de la institucionalidad ambiental, una revisión necesaria”, organizado por Elías Abogados y País Circular, el último de los encuentros estuvo enfocado en los nuevos desafíos que enfrenta el MMA para liderar y articular el desarrollo sostenible y la institucionalidad ambiental del país.
Bajo el título “El rol del Ministerio del Medio Ambiente en la ruta del desarrollo sostenible de Chile: una mirada retrospectiva y de futuro”, entregaron su mirada al respecto la ex ministra del Medio Ambiente Ana Lya Uriarte; Sara Larraín, directora de Chile Sustentable; Pablo Badenier, ex ministro del Medio Ambiente; y Ricardo Katz, director de Gestión Ambiental Consultores, en un panel que fue moderado por Paula Elías, socia fundadora de Elías Abogados.
Y en esa conversación, lo primero fue hacer una revisión del contexto en que se creó el MMA, junto a la nueva institucionalidad ambiental, a partir de la Ley 20.417. Una decisión, dijo Pablo Badenier, y un acierto que permitió romper la inercia que existía hasta ese momento en la materia, y que enfrentó de buena manera un riesgo: cómo un ministerio que se vuelve “sectorial” podía enfrentar y abordar las políticas públicas de un tema que es multisectorial, que involucra a muchos ministerios con competencias e influencia en el desarrollo de políticas públicas ambientales.
“Desde el punto de vista de a perspectiva histórica, fue un acierto haber planteado la creación de un Ministerio del Medio Ambiente cuando no existía consenso político de su necesidad. Había muchos detractores de un ministerio de estas características dentro de un Estado que es bastante vertical en sus competencias, y diseñar un ministerio que es más horizontal y que sigue involucrando de buena manera a otros ministerios que tienen competencia en la materia”, planteó.
“Lo que se buscaba -agregó- era que las políticas ambientales se resolvieran en un solo lugar, que existiese mayor integralidad en la regulación ambiental, que se diera peso y coherencia a la fiscalización ambiental. Creo que es uno de los éxitos más relevantes, y tener políticas públicas más eficaces, con las competencias de actualizar instrumentos de gestión ambiental. Eso es lo que se pensó en el MMA, y eso es lo que se desplegó”.
Cuando se elaboró la Ley 20.417, recordó Ana Lya Uriarte -integrante del equipo que trabajó en dicha propuesta legal- se buscó deliberadamente darle al Ministerio del Medio Ambiente una mayor jerarquía política, “porque nuestro país es tremendamente legalista y siempre es importante el tipo de institución donde está ubicado. Pero también una jerarquía política al tema ambiental, porque finalmente en los temas siempre hay política. Detrás de las instituciones, de los diseños, hay ideologías que explican las orientaciones o los pesos y contrapesos que se generan en esas instituciones”.