Fuente La Tercera
Antes, durante y después de la COP25 se repetían varios términos como NDC, cambio climático o gases de efecto invernadero (GEI). Pero hay uno que se acuño en París el 2015 y que comenzó a tomar más fuerza. Se trata del concepto de “ambición climática”, que luego de haber sido implantado casi como un mantra en el encuentro organizado entre Chile y España hace un poco más de dos semanas, será la bandera de lucha del 2020.
La idea es que “las partes” que negociaron en la capital española, lleven este himno hacia las empresas, los gobiernos locales y, finalmente a la ciudadanía, para crear conciencia de camino a la COP26 en Glasgow. Pero, ¿qué significa realmente esta ambición y cómo se debería llevar a cabo?
Según Alex Godoy, profesor asociado de la Facultad de Ingeniería y director del Centro de Investigación en Sustentabilidad, UDD, para que Chile pueda lograr esa ambición más allá de la inserción de las energías renovables en la matriz eléctrica, debe avanzar en la sustitución de energéticos no eléctricos, es decir, combustibles fósiles como el diésel, gas natural, entre otros. “Eso sólo se logrará por medio de la convergencia de tecnologías entre renovables e hidrógeno y que al final impactará en términos logística y transporte, climatización, sistemas de respaldo de suministros eléctrico, hasta el propio uso doméstico en hogares”, comenta.
De hecho, un poco más del 50% de la responsabilidad de los GEI corresponden al sector energía, por lo que los principales dardos de la ambición están puestos ahí. Según Carlos Finat, director de la Asociación Chilena de Energías Renovables y Almacenamiento, Acera AG, dice: “Estamos convencidos de que el recambio a tecnologías renovables, en particular las no convencionales (ERNC), como parte de una transición energética total, es clave para mitigar el cambio climático. Siendo el sector más emisor, es la respuesta más inmediata y eficiente social, ambiental y económicamente”.
Cabe mencionar que Chile aún no ha actualizado oficialmente su NDC (Contribución Nacional Determinada para bajar los Gases de Efecto Invernadero). De hecho, el documento propuesto por el gobierno se publicó para observaciones, pero aún no se conoce la versión final.
En el segundo lugar de los sectores con más emisiones está la agricultura e industria forestal. Para Francisco Sierra, gerente de estudios de la Corporación Chilena de la Madera (Corma), para esta área “la ambición ambiental se traduce en aumentar la superficie de bosques con forestación, tanto de bosque nativo como de plantaciones, que contribuyan a mitigar rápidamente las emisiones”, comenta. Incluso, se pusieron la meta de plantar 63 millones de árboles nativos en el corto plazo.
Mariana Hermosilla, directora ejecutiva de la agrupación Líderes Empresariales por la Acción Climática (CLG Chile), estima que, para nuestro país, modificar su aparato productivo hacia uno bajo en carbono es muy beneficioso en términos de costo-beneficio. “La transformación de la generación eléctrica hacia una renovable es fundamental para poder impulsar la electrificación de la vida diaria. No sólo la iluminación, sino la cocina, la calefacción y, por supuesto, el transporte público”, comenta.
Incluso, Margarita Ducci, directora ejecutiva de Red Pacto Global Chile, refuerza la responsabilidad del sector privado: “Sus contribuciones se hacen más importantes que nunca y deben contemplar este nuevo escenario para limitar el calentamiento global y aportar a dos desafíos: alcanzar la neutralidad de carbono al año 2050 y evitar que el planeta aumente su temperatura más de 1,5°C”.
Pero quien ha hablado mucho de ambición climática (incluso de emergencia o crisis) es Greta Thunberg, la activista que se ha enfrentado a empresarios y gobiernos con sus argumentos. Según los representantes en Chile del Fridays For Future (FFF) -entidad fundada por la adolescente sueca-, para tener más ambición el primer paso es “sonar la alarma”. O sea, “reconocer que el planeta atraviesa por una crisis climática y ecológica que nos pone en peligro. Reconocer que la causa es un sistema de producción global basado en la extracción de combustibles fósiles y en la explotación de la tierra por el beneficio de unos pocos”, comentan las voceras locales de FFF, Ángela Valenzuela y Carolina González. Agregan: “Creemos que toda acción debe estar basada en el concepto de justicia climática, que se rige por cuatro valores: equidad, participación, transición justa y ambición”.
Raúl O’Ryan, director del centro UAI-Earth, estima que Chile tiene varios focos para lograr esta ambición. “Uno de ellos es la Ley de Cambio Climático, que ya anunció el gobierno; así como una NDC mucho más ambiciosa. Pero, sobre todo, hacer énfasis en una mayor eficiencia energética en el desarrollo del país, algo que claramente tiene que ver con la industria de la energía, que tiene que cambiar sus procesos”, dice el académico, reconociendo que la descarbonización en que está Chile es un excelente camino.