Es relevante tener en consideración las condiciones de clima, las características de suelo y la exposición del lugar donde se realizará la plantación, entre otros factores, con el fin de posibilitar el crecimiento del ejemplar y el aprovechamiento de sus beneficios ambientales.
Cada 7 de julio se celebra el Día Internacional de la Conservación del Suelo, una conmemoración en honor al científico Hugh Hammond Bennet, quien fue pionero en el tema de la conservación de suelos; una labor en la que se puede contribuir con acciones como plantar un árbol, los cuales entregan beneficios como estabilizador de los suelos, pero además, como proveedor de sombra, de hábitat para polinizadores, aves e insectos benéficos. También tienen un rol en la retención de partículas, ayuda a la infiltración de agua en el suelo y recarga de napas, cortavientos, entre otros.
Al momento de evaluar qué árbol plantar en el jardín, es relevante seleccionar la especie adecuada al lugar y las circunstancias que rodearán su crecimiento, considerando que “para elegir un árbol para nuestros jardines hay muchas posibilidades. Para ser más exactos, en el mercado chileno puedes encontrar en un vivero más de 150 especies de árboles sin incluir los frutales”, comenta Teresita Eggers, encargada de seguimiento y paisaje de Fundación Mi Parque.
Dicha institución busca mejorar la calidad de vida en los barrios vulnerables a través del desarrollo de áreas verdes. En ese contexto, “siempre recomendamos especies de baja mantención y de escaso riego. Para esto, depende de en qué contexto se encuentre un proyecto, partimos por el análisis del clima y así acotamos la búsqueda a especies que se van a adecuar solas al lugar donde van a ser plantadas. Por ejemplo, para la ciudad de Santiago usamos con frecuencia árboles nativos del bosque esclerófilo o espinoso, como: maitén, quillay, peumo, espino, tara, quebracho, belloto del norte, molle. Sobre especies asilvestradas, utilizamos normalmente: brachichitos, parkinsonias, pimientos, almez, alcornoque”, explica la profesional.
Factores críticos
A la hora de elegir qué especie utilizar, es relevante conocer las características del lugar donde se realizará la plantación, de manera que sean acordes a los requerimientos del ejemplar.
En ese contexto, resulta una contribución el siguiente esquema elaborado por la encargada de seguimiento y paisaje de Fundación Mi Parque.
Esto es complementado por la ingeniera agrónoma, Mónica Musalem, gerenta general del Vivero Pumahuida, quien resalta que se deben conocer las condiciones de clima, las características de suelo y la exposición del lugar donde queremos plantar el árbol.
“Es esencial que la especie que seleccionemos tenga requerimientos hídricos, de calidad de suelo y de exposición, similares a la realidad de nuestro jardín. Mientras más acorde sean los requerimientos de cultivo de la especie seleccionada con la condiciones edafo – climáticas del jardín, mayor probabilidad de éxito tendremos y además se habrá tomado una decisión desde el punto de vista de la sostenibilidad ecológica”, comenta.
También se debe considerar la pluviometría y el número de meses secos del lugar, ya que determinan la cantidad de agua que se requerirá para riego. En esta época, en que el recurso hídrico es tan escaso, es fundamental seleccionar especies de bajo requerimiento hídrico, sobre todo en la zona árida y semi árida de Chile. Así mismo, también es importante que las especies se adapten a la calidad de suelo del lugar, para que no sea necesario realizar grandes enmiendas en el suelo con el costo que eso implica.
Musalem agrega que “la exposición con respecto al sol también es importante de respetar. Hay especies que solo crecen bien si están a pleno sol. A otras no les gusta recibir el sol directo del medio día y otras requieren de sombra o sombra parcial para un buen crecimiento. El objetivo es lograr un árbol que se desarrolle bien, sin estrés, que sea fuerte, sano y con alta resistencia a plagas y enfermedades.
Otro factor relevante es evaluar con qué espacio contamos para permitir el buen crecimiento del árbol, tanto aéreo como a nivel de suelo. para el desarrollo de las raíces. “Esto definirá que optemos por un árbol de grandes dimensiones, como un peumo, quillay, algarrobo blanco o patagua, o uno pequeño como huingán, espino, tara o chañar, o simplemente optemos por plantar un arbusto”, señala la ingeniera agrónoma.
Ahoyadura: Lo más importante es realizar un buen hoyo de plantación. Se trata de descompactar el suelo para que el sistema radicular de la nueva planta pueda desarrollarse bien y explorar el suelo en profundidad en busca de nutrientes y agua. Por eso, el tamaño del hoyo de plantación sí importa y debe ser al menos el doble del tamaño que trae el pan de tierra, tanto hacia los lados como en profundidad.
Profundidad de plantación: Está determinada por el nivel que trae la planta en la bolsa. Las plantas deben quedar enterradas a la misma altura del cuello con que vienen en el contenedor. Se debe tener en cuenta que después del primer riego, el suelo baja un par de centímetros, por lo que es recomendable dejarla un poco más arriba del nivel que traía la planta en el contenedor. Aunque parezca obvio, es importante recordar que las plantas se deben plantar sin bolsa.
Riego post-plantación: Inmediatamente después de plantar el árbol, debemos regarlo para permitir un buen asentamiento de la planta en el terreno y eliminar los bolsones de aire que puedan haber quedado al rellenar el hoyo de plantación. Durante los primeros días después de la plantación, es importante no descuidar el riego y asegurarse que la humedad llegue hasta la profundidad de las raíces, especialmente cuando plantamos en épocas en que no llueve y la humedad del suelo depende solo del riego.
Fertilización: Las especies nativas son de baja exigencias nutricionales, sin embargo los árboles responden muy bien a una fertilización adecuada, acelerando su tasa de crecimiento. Esto es especialmente importante en suelos pobres y/o degradados. Para definir las necesidades de fertilización sería necesario contar con un análisis de suelo, sin embargo, como es a nivel de jardín, podemos utilizar un fertilizante de entrega lenta usando la dosis recomendada por el proveedor.
El fertilizante se mezcla con la tierra que se saca de la ahoyadura y se mezcla con una par de paladas de compost y se rellena el hoyo de plantación. Evite el contacto directo del fertilizante con las raíces para no provocar problemas de fitotoxicidad.
También es recomendable colocar un buen tutor para guiar el árbol derecho. Como es para el jardín, basta un tutor de Eucaliptus o Pino impregnado de 1″ a 2″, bien amarrado, cuidando de no estrangular el árbol.
Poda: La poda de formación del árbol empieza en vivero, pero se termina en el lugar de plantación. Debe planificar bien y tener paciencia, pues toma entre tres a cinco años lograr la formación de un árbol. En este proceso, es importante no eliminar por completo las ramas basales hasta no haber logrado un tronco firme. Estas solo se despuntan para que no compitan con el eje principal. El resto de la poda consiste solo en eliminar las ramas secas, dañadas y/o mal ubicadas.
Para podar es fundamental utilizar tijeras de podar en buen estado, hacer el corte adecuado y luego protegerlo con algún sellante de poda, especialmente si el diámetro de ramilla es mayor a 1 cm.
Material complementario
Para mayor información sobre los aspectos a considerar en la plantación, es posible recurrir al “Manual de plantación de árboles en áreas urbanas”, elaborado por la Corporación Nacional Forestal (Conaf).