Ayer, el rumor de la salida de EE.UU. del pacto global para bajar emisiones se esparció por los portales de noticias, en los que se indicaba -con diversas fuentes anónimas- que Trump habría decidido el retiro. Pero cerca de las 9.00 -y a través de Twitter-, señaló que su decisión sólo se conocerá en pocos días, seguido por su frase de campaña: “Make America great again”.
Salir del Acuerdo de París fue una de las promesas de esa campaña, cuando afirmaba no estar seguro de la existencia del cambio climático y que era un invento de China. Si bien ya recortó recursos para la ciencia, firmó una orden para reemplazar el plan de energía limpia de Obama, por la promoción de la independencia energética y el crecimiento económico, y bajó la web sobre cambio climático de la Casa Blanca, su decisión sobre el pacto mundial se ha dilatado, sobre todo, por la división entre sus asesores, entre los que hay impulsores del retiro y quienes defienden la idea de seguir.
Entre los últimos están su propia hija Ivanka y el empresario tecnológico Elon Musk, quien ayer dijo que dejaría el consejo asesor de confirmarse la salida. El apoyo ciudadano a permanecer en el acuerdo, en tanto, supera el 50% en todos los estados y varias industrias estadounidenses (incluidas petroleras), han pedido no retirarse.
“Si es cierto, es una señal realmente muy mala”, señaló el ministro del clima danés Lars Christian Lilleholt. “El cambio climático no será revertido cerrando los ojos”, agregó el primer ministro finlandés Juha Sipila. “Es un gran revés”, dijo. “Nadie debe ser dejado atrás, pero la Unión Europea y China han decidido seguir adelante”, dijo en el comisionado climático de la UE, Miguel Arias Cañete.
Para Tom Burke, presidente de la organización británica E3G (Ambientalismo de Tercera Generación), la decisión de Trump sería incomprensible y afectaría la confianza en el país. “Daña la reputación e influencia de EE.UU., si se decide, es una enorme bofetada en la cara”, dice a La Tercera. Pero no cree que otros países se sumen a su acción, ni que internamente el impacto sea grande. “Otros países van a permanecer, porque creen que derribar el cambio climático es un asunto de interés nacional y hay que hacer algo”, indica.
Adam Reed, especialista en políticas de cambio climático de la U. de Colorado, dice que retirarse debilitará el acuerdo, pues el liderazgo estadounidense junto al de China -los mayores emisores de gases de efecto invernadero (GEI)- fue crucial. “Es lamentable, ya que los compromisos ofrecidos en el Acuerdo de París eran sólo un punto de partida, y por sí mismos eran insuficientes para limitar el calentamiento a la meta de 2 ºC”, dice.
No obstante, agrega, la meta de EE.UU. fue modesta (26-28% bajo los niveles de 2005 para 2030) y reflejó las reducciones incidentales de emisiones derivadas del cambio en la producción de electricidad del carbón al gas en los últimos 15 años. Como es probable que siga ocurriendo -el gas sigue barato y las energías renovables están bajando de precio- incluso podría cumplir su objetivo. “Aunque la salida dañará su capacidad de presionar a otros países a tener objetivos más agresivos en el futuro”, señala a La Tercera.
Sólo dos países se han negado a firmar el Acuerdo de París: Siria, por su duro momento político, y Nicaragua, que lo encontró muy débil, aunque planea llegar al 90% de energías renovables en 2020. Según un análisis de Climate Action Tracker, que reúne a varios científicos e investigadores, el retiro de EE.UU. significaría un alza de entre 0,1 y 0,2 grados a la temperatura global.
Mala noticia
“No es una buena noticia, pero no nos deja en fojas cero”, dice Pilar Moraga, experta en derecho internacional del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2). Eso, porque el compromiso de la UE y China se ha reafirmado -incluso India lo hizo ayer- y el mundo va hacia una economía baja en carbono. La decisión estadounidense sí retrasaría los resultados previstos y deja espacio a otros liderazgos que ya se han ido demostrando, añade. “Existen liderazgos fuertes, no sería tan pesimista, sería él quien se va quedando solo”, dice.
En el ámbito interno, señala Reed, es probable que los estados y grandes ciudades comiencen a involucrarse directamente con la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y otros actores de la política climática para llenar el vacío de la acción federal. “La mejor esperanza para el clima ahora es un fuerte liderazgo de China, la UE, India y Brasil, y tal vez un poco de suerte para que los costos de la tecnología caigan más rápido de lo previsto y EE.UU. haga una transición rápida hacia la energía renovable por temas económicos”.