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El 15% de las especies amenazadas en Chile está en proceso de tener un plan de recuperación

Son 11 planes para 107 especies en peligro. La meta a 2030 es tener una cobertura de 50%. Entre ellas, el picaflor de Arica, el ruil, la chinchilla de cola corta y el zorro de Darwin.

El picaflor de Arica (Eulidia yarrellii) recibió ese nombre, porque era habitual verlo en esa ciudad, en la que hoy, sin embargo, es imposible encontrarlo. La especie, endémica de la zona, está en peligro crítico de extinción y, según el último catastro realizado en 2015, quedan unos 450 individuos.

La baja en su población se conoce desde 2003 y desde entonces se ha planeado detenerla. La Conaf, la Unión de Ornitólogos de Chile (Unorch) y el Ministerio del Medio Ambiente (MMA) han trabajado en ello, comenzando por un monitoreo constante, pero también con la idea de recuperarlo con un plan de conservación, que tiene como base la creación de microreservas, pequeños parques de no más de 20 hectáreas, donde se pueda hacer manejo de vegetación y recrear un hábitat protegido para la especie.

La medida ha estado desde el primer borrador de plan, en 2004, también en 2010 -cuando comenzó a prepararse otra vez- y en 2016, con la creación del que debería ser el plan definitivo, aunque desde que se dio la alerta por la situación del picaflor de Arica, sólo se ha creado una microreserva, en el valle de Vítor, a unos 50 km de Arica.

“El esfuerzo del ministerio ha sido constante, pero no es suficiente. Para la red de microreservas se necesitan más recursos”, dice Ilenia Lazzoni, investigadora de la Unión de Ornitólogos de Chile y la U. Central. Cuenta que la actual reserva es un predio fiscal, pero los sitios más importantes, donde se produce la reproducción del picaflor, están en terrenos privados, y aún no se ha invertido en ello.

Además del Plan de Recuperación, Conservación y Gestión de Especies (Recoge) para el picaflor de Arica, el MMA trabaja en otros 10 planes para especies vegetales, aves y mamíferos en peligro de desaparecer, como la chinchilla de cola corta (Chinchilla chinchilla), el canquén colorado (Chloephaga rubidiceps), el gaviotín chico (Sterna lorata), el ruil (Nothofagus alessandrii) y la flora costera del norte (93 especies). Comprenden 107 de 729 especies que, hasta ahora, están clasificadas como amenazadas (14,6%).

Marcelo Mena, ministro de Medio Ambiente, sostiene que de acuerdo con las metas definidas para la Estrategia Nacional de Biodiversidad 2016-2030, para el 2030 se habrán oficializado y estarán en implementación, planes para al menos el 50% de las especies clasificadas como amenazadas al 2016.

“Sólo en 2014 se definió un reglamento para la elaboración de los planes. La duración de la elaboración del mismo depende fuertemente de la complejidad de las amenazas que enfrenta cada especie y de los actores que es necesario reunir para su elaboración”, dice Mena. En promedio, estiman que desde que se da inicio formal a su redacción hasta que está oficializado, debería tomar unos tres años. Algunos requieren más.

Charif Tala, jefe del Departamento de Especies del MMA, señala que los planes están en distintas fases de implementación, la mayoría en un nivel medio. Hay dos (chinchilla y garra de león) que recién se están comenzando a armar. “Otros planes están en fase de redacción, pero en el mismo transcurso estamos implementando algunas de las acciones, no estamos esperando a tenerlos 100% escritos, porque sabemos que algunos están en peligro crítico”, dice el experto.

Entre ellos se trabaja en implementar acciones para proteger al zorro de Darwin o chilote, amenazado por los perros asilvestrados, con los que pelean, pero que también les contagian enfermedades. “En el caso de los perros, estamos promoviendo la tenencia responsable mediante educación, y además vacunarlos y desparasitarlos para así disminuir el riesgo de transmisión de enfermedades hacia las especies nativas”, dice Tala.

Javier Cabello, académico de la U. San Sebastián y presidente de la ONG Chiloé Silvestre, señala que el plan para el zorro chilote se prepara hace tres años, pero ya se han realizado vacunaciones y desparasitaciones a perros en Nahuelbuta y Chiloé. También trabajan en detectar las amenazas específicas para la especie en la isla y las zonas de riesgo por la presencia de perros.

“Es una manera concreta de hacer algo. Hace unos años apenas sabíamos sobre el zorro, hoy se sabe y se está haciendo más”, asegura.

Riesgo minero

En el norte, Pablo Valladares, investigador de la U. de Tarapacá, cuenta que para la chinchilla de cola corta, su mayor amenaza es la minería. De hecho, entre 60 y 70% de las nuevas colonias encontradas están en terrenos prospectados para explotación minera. “Esto conlleva una serie de estrés ambiental para las colonias de chinchillas, tales como tronaduras, tránsito de vehículos, camiones, uso de agua, modificación de hábitat, etc.”, dice.

El biólogo señala que la especie está protegida por ley, pues está en peligro crítico, por lo que no se puede cazar y si bien hay otras colonias en áreas protegidas, recién ahora se está organizando su plan de conservación. “Considero que se está a tiempo para tomar medidas para su protección, pero estas requieren de voluntad política. Por ejemplo, no se deberían aprobar proyectos mineros que en sus terrenos de explotación cuenten con colonias de chinchillas, o al menos, que las medidas mitigatorias fueran muy estrictas y científicamente comprobadas”. Incluso con eso, dice, la conservación no estará garantizada, pues se requiere proteger la diversidad genética con un proyecto de conservación ex situ, por ejemplo, como se ha hecho con especies como el cóndor andino, la ranita de Darwin y los flamencos en el Zoológico Nacional.

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Fuente: La Tercera