Casi 500 depósitos de basura tóxica minera hay en la zona de la catástrofe nortina ocurrida la semana pasada. Aunque la autoridad asegura normalidad, más de 300 están abandonados o paralizados, con nula o escasa supervisión. Si contaminaron o no las aguas, la tierra y el aire, está por verse. Las negligencias en la materia abundan, de ello puede dar fe el fundador de relaves.org, quien tras vivir una tragedia personal, apuesta por informar y denunciar. La población general recién comienza a enterarse del peligro que entrañan.
Durante el terremoto de 2010 un tranque de relaves en el valle de Las Palmas, Talca, cedió y sepultó a una familia de 4 personas bajo toneladas de barro contaminado con cianuro. Esa tragedia que lo tocó de cerca, fue la razón que motivó a Henry Jungers a denunciar a través de Relaves.org la amenaza que constituyen los desechos tóxicos de las faenas en un país minero como Chile, y a quien hoy citan los medios de comunicación para alertar sobre el peligro de cientos de tranques –muchos de ellos abandonados, los llamados ‘pasivos mineros’- a propósito de la catástrofe del norte.
Hasta ahora, la palabra era familiar sólo para expertos y pobladores de localidades que han tenido la desgracia de vivir cerca de un proyecto minero. Por la contaminación de sus aguas y el peligro latente que implica, el pueblo de Caimanes trajo a la palestra su lucha –aún incierta- contra el tranque El Mauro, de minera Los Pelambres en Coquimbo. Pero en estos días, la situación de los casi 500 relaves existentes en las regiones arrasadas por los desbordes de ríos y aluviones, y los riesgos de contaminación por metales pasados de la tierra, el aire y el agua, sigue siendo un enorme signo de interrogación.
Según el Servicio Nacional de Geología y Minería, Sernageomin, en la Región de Atacama existen 164 depósitos, de ellos 55 están activos, 18 paralizados y 91 en calidad de abandonados. En la Región de Coquimbo, están catastrados 293; de los cuales 86 están activos, 179 paralizados y 28 abandonados. En total, 457. La información proporcionada por la entidad, al 26 de marzo, dice: “se constata normalidad en los depósitos de relaves”, referidos a los de Atacama. Y “podemos indicar que no hay depósitos de relaves dañados por el temporal en esta región”, sobre Coquimbo.
La Corte Suprema ordenó recientemente demoler el tranque de relaves El Mauro por contaminar aguas subterráneas. Por desgracia, no es el único cuestionado…
La verdad, eso está por verse. Pasado el desastre y cuando el barro ya va en proceso de solidificación, vecinos de Copiapó se quejan de picazón en la piel y los ojos, molestias y olores típicos de la minería en el ambiente. La información entregada por Sernageomin posteriormente habla de colapsos parciales en varios relaves. Pero certezas no hay; son las propias mineras las que informan sobre sus tranques activos… ¿y qué hay de los paralizados y abandonados? Un sobrevuelo por la zona, realizado por la entidad, no puede asegurar nada.
SILENCIO OFICIAL
Citado y consultado en estos días en diversos medios, Henry Jungens señaló que tenía información de problemas en más de 15 relaves en las zonas de La Higuera y El Elqui. Además del desborde del relave Hochschild en Copiapó. Y llamó la atención sobre la información que maneja la autoridad sobre otros relaves que han colapsado en el más completo silencio oficial.
Sabe de lo que habla. Y es la lucha en la que está empeñado desde que en 2010 el tranque que estaba a menos de 500 metros de su casa, mató a la familia que trabajaba para él y que lo había acompañado en su sueño de vivir una vida más tranquila en el campo.
Según relata el documental “Minas de oro, desechos de muerte”, de la periodista Carola Fuentes, Jurgens compró el terreno aledaño al de la mina Las Palmas, propiedad de Francisco Javier Errázuriz, ex candidato presidencial, sin saber con exactitud que había desechos tóxicos. Porque no hay información sobre los cientos de relaves peligrosos existentes en la geografía minera de Chile a la cual acceder fácilmente y que la autoridad ponga a disposición de cualquier ciudadano de a pié. Y lo que es más grave, no se alerta a la población en riesgo ni tampoco se resguarda aquella que tuvo la mala suerte de vivir cerca de donde se ha “autorizado” la instalación de un nuevo relave.
BOMBA DE TIEMPO
La mina Las Palmas explotó oro por 10 años, en 1998 y tras agotarse la veta presentó un plan de cierre voluntario. Sernageomin aceptó dicho plan por considerar que se aseguraba el resguardo humano medioambiental. Pero el plan presentaba información falsa, según registros de Sernageomin a los que accedió el documental. Entonces, la minera fue multada con 700 mil pesos, pero el “cierre seguro” de faenas nunca se realizó. Sernageomin tampoco fiscalizó.
En 2000 y debido a las lluvias, parte del muro del relave y del material tóxico cayó al estero Las Palmas, que regaba parte del campo que luego compró Jungers. Los fiscalizadores de Sernageomin encontraron 17.7 milímetros de cianuro por litro de agua, cuando la norma chilena tolera 0,2 milímetros/litro. Pero a nadie se alertó de ello, menos a la población que vivía en los alrededores y que hacía uso de esas aguas. En 2010, el terremoto terminó de desestabilizar el tranque, sepultando a su paso a una familia completa y contaminando 14 hectáreas de terreno.
“No puede ser que se hagan las cosas tan mal y si así lo hacen que te avisen… que haya alguna instancia que te oriente si estás viviendo al lado de una bomba de tiempo, en una trampa… Chile está lleno de estas ‘cochinas’ y están todas botadas, la gente vive al lado y no tiene idea”, dice Jungers en el documental.
Como esa, son muchas las irregularidades y negligencias en torno al manejo de los relaves en Chile. No sólo falta fiscalización, sino una normativa estricta que asegure su ubicación en lugares sin riesgos de derrumbes e impacto a la población y bajo procedimientos que impidan filtración y contaminación.
Parte de la apuesta de Relaves.org es despejar ese manto de dudas en torno a esta basura tóxica, denunciar la irresponsabilidad empresarial y del Estado y promover la mitigación de depósitos abandonados. Allí se puede encontrar la contradictoria legislación vigente al respecto, la ubicación de relaves chilenos, algunas de las tragedias acontecidas en torno a ellos e incluso los informes de una investigación propia sobre aguas subterráneas, superficiales, de noria, riego y potable, consumida en las comunas de Quilicura, Lampa, Til Til y Pudahuel, que registran contaminación por metales pesados de la minería.