René Muga, Vicepresidente Ejecutivo Generadoras de Chile A.G
La Tercera – Esta frase resume el desafío que tiene Chile por delante y es una cita textual de la Agenda de Energía presentada hace un par de días por la Presidenta Bachelet y el Ministro de Energía, Máximo Pacheco.
Esta Agenda de Energía es un documento que identifica muchos de los temas que deberán ser abordados y es el resultado de un proceso de discusión y conversaciones que por varias semanas llevó adelante el Ministerio de Energía con distintos actores del mundo privado, académico, sociedad civil y autoridades. Propone siete ámbitos de trabajo y líneas de acción en cada uno de ellos. Señala metas y objetivos ambiciosos que estarían incorporados en un Política Energética que se presentará el próximo año. Por lo tanto, es un punto de partida y una invitación para ponernos a trabajar.
No es la solución -ni pretende serlo- de un problema que tiene múltiples causas y que, por lo mismo, requiere de una atención urgente y decidida que abarque variados frentes. La gran mayoría de ellos están contenidos en la Agenda y ese es un mérito. Sin embargo, requiere del esfuerzo de todos los actores y de una efectiva conducción de la autoridad para poder avanzar en la materialización de sus objetivos prioritarios.
Otro mérito, sin duda, es reflejar que el desafío eléctrico es una prioridad para el país y que la autoridad tomará un rol activo en la promoción de acuerdos y acciones que permitan poner en marcha una política de desarrollo sustentable que combine protección del medio ambiente, crecimiento económico y bienestar social.
Compatibilizar estos objetivos es posible. Es una condición básica para seguir progresando, pero requiere diálogo, participación, compromiso y una actitud constructiva de todos los actores. La Agenda de Energía puede ciertamente ayudar en ese propósito, pero no será suficiente si no cuenta con un adecuado y rápido esfuerzo de concreción. Propone metas muy ambiciosas en algunos casos, que dependen de muchos factores no todos controlables como la variabilidad hidrológica, los precios de los combustibles o las condiciones en las que se pueda comprometer su suministro y contar con su disponibilidad (como es el caso del GNL). Sin embargo, aunque se dieran condiciones muy favorables en esas variables, no se resolverá el desafío básico de Chile si no se mejoran los niveles de seguridad jurídica y certidumbre que permitan la materialización oportuna de toda la inversión en infraestructura de generación y transmisión eléctrica que el país requiere.
Desde la industria de la generación eléctrica valoramos este esfuerzo y nos comprometemos a participar activamente en esta invitación para seguir trabajando en los temas que incorpora la Agenda y en la construcción de una Política Energética de largo plazo. Compartimos plenamente la convicción que se ha formado la autoridad acerca de la urgente necesidad que tiene Chile de dinamizar las inversiones en el sector, respetando el medio ambiente y favoreciendo el progreso social de las comunidades. No hay otra forma de entender el desarrollo y esta industria está comprometida con esos mismos objetivos.
En Chile y en el mundo se comienzan a vivir cambios muy significativos en el paradigma energético de la mano del progreso tecnológico y del propio desarrollo de la industria. Esto se da en un contexto dónde la sociedad también se transforma. Todos estos cambios repercutirán fuertemente en la manera en que debemos mirar hacia el futuro. Pero se trata de procesos largos en el tiempo que deben ser vistos de esa manera y, por lo mismo, es esencial entender que en los próximos años este desafío se resuelve con más inversión, diálogo, creación de confianzas y formas distintas de relacionarnos.
El año 2025 Chile consumirá el doble de energía eléctrica que en la actualidad. Ella será producida en un 20% por fuentes renovables no convencionales y en un 80% por fuentes convencionales que incluyen renovables como la hidroelectricidad y no renovables como el carbón y el gas natural licuado que aseguren un suministro confiable, sustentable y competitivo. Necesitamos incorporar en la próxima década más de 7.000 MW de nueva capacidad de generación, diversificada y competitiva, complementada con una transmisión reforzada y eficiente. Ahí está la clave para el crecimiento de Chile y el progreso de todos sus habitantes.