A veces da la impresión que solo los ciudadanos nos movilizamos, muy vistosamente, por nuestros intereses. Pero otros sectores, como aquel empresarial, también lo hace y tiene sus formas de defender sus intereses. Por ejemplo, el oligopolio eléctrico no se hace problema en usar el lobby, financiar campañas electorales, corromper, realizar campañas propagandísticas y enviar mensajes por los medios de comunicación. Una forma combinada de éstas serían las cuasi campañas del terror que usan para atemorizar a consumidores y autoridades políticas, de que si no les dan en el gusto habrá apagones y subirán costos y tarifas.
Y una campaña de esas es la que nuevamente esta en marcha tras la nueva resolución del Comité de Ministros, según la cual dentro de sesenta días mas entregarán su respuesta definitiva a los reclamos respecto a la Resolución de Calificación Ambiental que aprobó el EIA de HidroAysén. Evidentemente Endesa y Colbún no se quedarán de brazos cruzados y de una forma u otra harán lo posible por influenciar y sacar adelante su proyecto. Esos titulares de hace unos días, como aquel: “Costo de la energía sube 40% en marzo y proyectan situación de estres en el SIC” y su réplica en un diario regional ¿no le parecen sospechosos? La verdad es que no es la primera vez que nos encontramos con algo así, con amenazas y sospechosos apagones y con que en extrañas circunstancias se cae la Central Nehuenco, cuando quieren conseguir mejor precio o hacer notar su poder. Y la verdad es que a nadie le gusta que le suban la tarifa y a nadie le gustan los apagones. ¿Pero realmente esa tarifa y apagón depende de alguna decisión de la autoridad, como por ejemplo el darle el pase a HidroAysén? Y a propósito de precios y tarifas: ¿Por qué siempre el costo lo debe pagar el usuario, mientras las empresas siguen teniendo altísimas utilidades, como aquella de Endesa del año pasado de 24%? Y eso, gracias a las tarifas mas altas de América.
Por otra parte, el Ministro de Energía nos dice que le parece que la clave esta en contar con el suministro necesario a buen precio (y que eso implica aumentar la oferta) y que debe haber mayor competencia. ¿Y, que es “necesario”? ¿El suministro para las mineras que son las demandantes del crecimiento energético? ¿Por qué esas mineras transnacionales no producen su electricidad si encuentran que los precios en Chile son tan altos (suelen amenazar con que así no les conviene venir)? ¿Hasta que punto la mayor oferta (¿cualquier oferta?) baja los precios? Eso, porque vale recordar que la electricidad de HidroAysen puesta en Santiago, a causa del alto costo de su línea de transmisión, llegaría a precios iguales o mayores de los actuales.
Por nuestra parte, nos permitimos plantear que es necesaria una mayor democratización del tema energético y de la política energética. Si bien en estos últimos nueve años, en buena parte gracias a la campaña Patagonia sin Represas, se logró transparentar algo el tema, sigue siendo insuficiente y seguimos muy enredados en jergas técnicas para que solo “expertos” manejen y decidan entre cuatro paredes. Para democratizar, por cierto también debe desconcentrarse el oligopolio y abrirse la microgeneración como se ha hecho en otros países, con lo que la oferta aumenta exponencialmente en un corto plazo y con eso, seguro, también habrá como consecuencia una baja en las tarifas. Si la ley de Cogeneración Residencial y de pequeños y medianos emprendimientos (medición neta) y su reglamento estuviesen funcionando como corresponde y debiera ser ( el oligopolio se encargo de “podarla”) y hubiera incentivos para las energías renovables no convencionales, podríamos apostar que en Chile también en pocos meses la oferta aumentaría rápidamente. Esto literalmente es “power to the people” (poder-energía a la gente o al pueblo) como cantaba John Lennon y lo replicaron en el modelo energético californiano y en algunos países europeos (en Alemania hay poblados enteros con su propio suministro de ERNC administrado por ellos mismos).
Por otra parte, en esta democratización hay necesidad de mayor equidad; no puede ser que las áreas con mayor potencial de energía y aquellas donde esta la mayor generación hidroeléctrica, a causa de economías de escala al haber pocos consumidores, tengan las tarifas mas altas del país. Si Chile tuviese una tarifa eléctrica domiciliaria única (que seguro la tuvo alguna vez), en las zonas metropolitanas centrales tal vez paguen dos pesos mas en su cuenta (de lo que ni se percatarán), mientras a las zonas como el Alto Bio Bio, la zona extremo norte y el extremo austral les bajaría drásticamente.
Por cierto debe haber un sinnúmero de otras posibilidades como para una mayor democracia energética, bajar costos y tarifas, desconcentrar y diversificar fuentes de energía en nuestro país, pero esas soluciones evidentemente jamás van a venir del oligopolio que en esto trata de mantenerse con la “sartén por el mango”.