En las últimas semanas se ha suscitado un activo debate a través de las Cartas al Director de La Tercera, sobre el proyecto HidroAysén y su incidencia en el precio de la electricidad.
Al respecto y más allá de la indudable contribución que podría hacer el proyecto HidroAysén en otros aspectos, su efecto a la baja en los precios a consumidor final sería bastante limitada. Para justificar esta afirmación, es necesaria una breve explicación de cómo opera el mercado eléctrico.
El sistema de precios de la electricidad en Chile se basa sólo en la competencia entre las empresas generadoras y es lo que se denomina un sistema marginalista. Esto significa que son los costos marginales los que dan cuenta del nivel de precios del sistema eléctrico. A su vez, los costos marginales corresponden al precio de oportunidad, es decir, al costo de producir el último kilowatt-hora que se requiere en cada instante para abastecer la demanda de todos los clientes. Es el Centro de Despacho Económico de Carga (CDEC) el encargado de establecer la operación de las distintas centrales en orden ascendente de costos variables, esto es, las de menor costo de producción como las hidroeléctricas, las eólicas, las solares, para luego dar paso a las termoeléctricas que utilizan carbón y gas, y por último, a las centrales que usan diésel, que son las de mayor costo.
En este contexto, la pregunta que surge respecto del proyecto HidroAysén es, ¿cuál será la central de más alto costo y que marcaría el precio si se construyen estas centrales?
Para nadie es un misterio que el sistema eléctrico no puede depender sólo de la hidroelectricidad, por variadas razones, entre ellas, la estabilidad del sistema eléctrico, ya que la generación hídrica se concentra en la zona centro-sur y como el Sistema Interconectado Central (SIC) abastece a consumidores ubicados desde Taltal hasta Chiloé, se requiere de centrales en la zona norte, que obviamente no pueden ser hidráulicas. Otra razón es la seguridad de abastecimiento. El sistema no podría ser sólo hídrico, ya que las hidrologías son variables y en años secos no podría abastecerse el total de la demanda. Por lo tanto, siendo indiscutiblemente de más alto costo la generación térmica que la hidráulica, el precio de la electricidad no lo marca la hidroelectricidad, sino las centrales termoeléctricas, que operan con carbón, gas natural o diésel.
En la actualidad existe un marcado déficit de nuevos proyectos termoeléctricos de bajo costo y la demanda eléctrica ha continuado subiendo. En este escenario, ha sido la instalación de centrales que utilizan petróleo diésel -que tienen menor oposición ambiental- las que se han desarrollado, pero su costo de operación es el más alto. Esto explica por qué Chile tiene uno de los precios de la energía eléctrica más caros del mundo.
Dicho lo anterior, incluso considerando HidroAysén, serán las centrales térmicas las que determinen el costo marginal del sistema y, por lo tanto, el nivel de precios de la energía eléctrica. Así, lo más importante para asegurar precios futuros razonables de la electricidad es que, además de HidroAysén, se puedan instalar centrales térmicas a carbón o a gas que permitan desplazar la generación con diésel.