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Asamblea Constituyente: ¿Por qué estamos aquí?

El Desconcierto -Opinión Por Juan Pablo Orrego Silva, Ecólogo, presidente de Ecosistemas

(Texto del libro Plebiscito para una nueva Constitución, de Ediciones El Desconcierto, leído durante el encuentro ciudadano del pasado 20 de julio)

Juan-Pablo-OrregoDesde una campaña “ambientalista”, en defensa del Alto Biobío, descubrimos el jaque legal, político, institucional y administrativo a la democracia que nos impusieron durante la dictadura, así como las características neocoloniales y autodestructivas del modelo de desarrollo asociado, basado en una fase productiva primaria extractivista.

¿Por qué estamos aquí? A fines de los ochenta y comienzos de los noventa, junto con el retorno a nuestra imperfecta democracia, comenzamos a desarrollar la emblemática campaña de defensa del Alto Biobío, otrora uno de los ecosistemas ecológicamente más ricos de nuestro país, habitado por comunidades pehuenche. La amenaza, como ya es tradicional, era un proyecto hidroeléctrico, social y ecológicamente abusivo, de Endesa-Chile, ya privatizada, robada, en 1989. Tratando, con mucho idealismo e incluso ingenuidad, de defender este patrimonio natural y cultural nacional de valor incalculable, chocamos de frente contra el problema estructural de nuestro país: el legado de Pinochet, Guzmán, Friedman y otros, la Constitución de 1980, y su artículo 19 número 24, el Código de Aguas de 1981, La Ley General de Servicios Eléctricos de 1982, el Código Minero de 1983, etc. Desde una campaña “ambientalista” descubrimos el jaque legal, político, institucional y administrativo a la democracia que nos impusieron durante la dictadura, así como las características neocoloniales y autodestructivas del modelo de desarrollo asociado, basado en una fase productiva primaria extractivista –megaindustria minera, forestal y pesquera– concentrada en las manos de unos pocos clanes, de oligopolios hoy trasnacionalizados.

En el ámbito socioeconómico el modelo ha sido brutalmente eficaz: investigaciones recientes ubican a nuestro país –uno de los más privatizados y caros de Latinoamérica– entre los diez más desiguales del mundo, y quizás aquel con la más aguda concentración de extrema riqueza en la cúspide de su pirámide socioeconómica de todo el mundo occidental.

 

Hoy, con un colectivo nacional e internacional, enfrentamos el descabellado proyecto HidroAysén de Endesa y Colbún en la Patagonia chilena, y lo hacemos con la misma mirada crítica sistémica de los tiempos del Biobío, lo que probablemente ha contribuido a la masiva y transversal convocatoria de Patagonia Sin Represas. Necesitamos transitar a una fase productiva terciaria, sustentada en educación de alta calidad para todos, y cultivar una cultura de la solidaridad, de la cooperación, del arraigo, de la expresión artística, del desarrollo de lo cualitativo. Necesitamos urgente esta mutación cultural, psicosocial. Dejar de ser víctimas de un modelo disfuncional para ser agentes proactivos de su transformación.

Aquí estamos dando un importante paso, impulsando un movimiento social para cambiar la Constitución a través de una Asamblea Constituyente. Cada uno desde su nicho, su capacidad, su experiencia contribuyendo al florecer de un nuevo Chile mucho más bello, justo y evolutivo, que siempre ha sido, y es absolutamente posible. Nadie dice que va a ser fácil, hay muchas inercias de todo tipo, pero esto hay que tomarlocomo un aliciente. Sigamos poniéndole el hombro todos juntos. Gota a gota estamos haciendo el río incontenible de la purga y metamorfosis de nuestro país.