Editorial: LOM
Año: 1999
Desde su condición de mapuche y ex – director de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena, CONADI, este testigo privilegiado nos ofrece una visión profunda, informada y crítica del conflicto desatado en torno a la construcción de la represa Ralco, mediante el cual se expresa en toda su magnitud la discusión del tema indígena en el Chile de hoy.
Corresponde tomar muy en serio el trabajo de investigación que Domingo Namuncura ha hecho acerca de la situación actual de los Pueblos Indígenas. Esto tiene particular referencia al problema suscitado entre las comunidades Pehuenches en el Alto Bío Bío y la empresa que construye la represa Raleo. Sabemos la gravedad que asumieron los incidentes ocurridos y la importancia que el tema va tomando a medida que permanecen las divergencias. Para la búsqueda de soluciones nada mejor que un estudio profundizado de las circunstancias. Ellas provienen de una raíz histórica en que las contradicciones son muy grandes. Se inicia con una invasión de un país europeo sobre comunidades indígenas que no alcanzan a comprender ese hecho. La conducta de los conquistadores y las reacciones naturales de los indígenas ponen a prueba la capacidad de pensar la situación con arreglo a un comportamiento de respeto al ser humano, de un bando y de otro. Viene la larga y difícil guerra y por tanto, los actos increíbles de una parte y de otra.
A la postre, los europeos permanecen y forman aquí su hogar sobre la base de que los indígenas no son iguales. La diferencia psicológica y cultural fácilmente se transforma en odiosidad permanente en unos y desprecio en otros. En el curso de los hechos, se puede entender mal o bien el problema pero siempre será con tremendas dificultades e incomprensiones.
Por cierto, llega un instante en que las conveniencias del país y el espíritu de los grupos empresariales plantean obras destinadas a resolver las necesidades del país como es justamente la represa en Raleo, que suscita el difícil problema del momento. Hemos asistido pues a un período de conflictos en que la voz de las autoridades, las réplicas o iniciativas de los indígenas, la acción de las fuerzas policiales y las decisiones de los tribunales se ligan para crear un grave problema nacional.
Vivimos hoy un período en que la mentalidad individualista lleva consigo una plaga de conflictos socio económicos. Fracasó el totalitarismo de izquierda, por sus mismos abusos; las ideas liberales en economía parecen triunfar sin respuesta posible y en ese marco se halla la intención de promover grandes iniciativas para las cuales, sea consciente o inconscientemente, el interés o los derechos de los indígenas que tratan de conservar su cultura, sus costumbres y también sus tierras, no posee mucha validez. Esto se hace más evidente en medio de situaciones de violencia y de alteración del orden público. Por suerte, en Chile hoy subsiste la mentalidad democrática en grado suficiente para que los tribunales corrijan la acción de autoridades administrativas. Ello significa que los indígenas, víctimas de una represión policial, pueden ganar judicialmente. Eso es posible. Más, el problema subsiste y se agrava si los actos de injusticia llevan a los indígenas a ser inducidos a acciones de confrontación para hacer valer sus derechos más esenciales.
De ahí pues la importancia capital de estos estudios que dan cuenta del pasado histórico y lo ligan a los problemas de hoy. El libro de Domingo Namuncura es un documento esencial para comprender los temas a que aludimos. Aquí se presenta una amplia e incisiva historia de la forma cómo la sociedad ha asumido el problema básico al tratar de enlazar las necesidades materiales del país con el hecho de que afectan o pueden afectar la vida, costumbres, necesidades y formas de vinculación del Pueblo Indígena con la República de Chile, a la cual también pertenecen.
El proyecto Raleo viene a ser el punto culminante de la cuestión en estos momentos. El lector tendrá aquí todos los antecedentes de cómo se tomaron las resoluciones sobre la materia. La historia está relatada paso a paso. Sin duda, es posible que se produzcan discrepancias sobre el fondo y la forma de la cuestión. Sin embargo, sobre un aspecto no podría haber dudas. Nos referimos a la capacidad del autor, a su conocimiento profundo de los hechos históricos y los aspectos culturales, geográficos y políticos. Su dedicación al tema es notable y no debería ser desdeñada por las partes de la controversia. Porque se trata de un fino espíritu que permite entender los dos aspectos en juego: el interés del país para realizar en su territorio las grandes obras que el progreso implica y, al mismo tiempo, el reconocimiento de los indígenas como Pueblo. Ojalá el ensayo del autor pueda contribuir a ampliar nuestra comprensión de que los derechos del mundo indígena son también los derechos de todos los chilenos, a un desarrollo justo, humano y equilibrado.
Jaime Castillo Velasco