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Política ética ¿misión imposible?

04.09.13 El Divisadero – Peter Hartmann, Director Codeff Aisén, Coordinador Coalición Ciudadana por Aisén Reserva de Vida.
Mientras estamos al compás de espera con lo que pase con el proyecto Río Cuervo de Energía Austral, donde sabemos que este jueves 5 tienen plazo los servicios públicos en dar su visto bueno al informe consolidado, con lo que la Comisión Ambiental regional estaría en condiciones de nuevamente votar la aprobación o rechazo del EIA. Mientras también, recibimos la noticia de que Energía Austral habría despedido a buena parte de  su personal y que esperan a que la Corte Suprema de su visto bueno a los estudios geológicos entregados hace poco, lo que estiman ocurrirá no antes de diciembre.
Peter-Hartmann

Mientras esto ocurre y se despejan las incógnitas, no nos queda otra que recurrir a la política, donde tenemos tema pendiente, para escribir esta columna.

Y por cierto intentaremos recurrir a ella no como pasatiempo, ni para la farándula electoral. Farándula o show, que como ya escribimos antes, da la impresión sirve para tapar o no tocar los temas realmente importantes que debieran ser el centro de la política, mareando, desinformando y distrayendo a la gente hacia los dimes y diretes, los ataques personales, la superficialidad, el rencor y la odiosidad, mientras el poder y el modelo siguen incólumes y mas potentes que nunca. Esa política en manos de algunos “careraja” de siempre que prometen lo incumplible por enésima vez, que engrupen con su carisma o facilidad de palabra, que se cuelgan de temas manoseados, de las bajas pasiones y fácil emotividad, sin haber solucionado nunca nada. O peor aun, lo hacen al servicio de turbios intereses. Esa política en manos de profesionales a veces inescrupulosos con sueldo pagado por todos y que organizan su perpetuación en el poder, lo que la mayoría detesta, pero a la hora de las elecciones, terminamos cayendo en su juego, tal vez arrastrados por la propaganda y la gran tribuna que les dan los medios de comunicación. Elecciones que, por lo demás, son de las pocas formas de participar que nos permite esta singular partidocracia duopólica. Elecciones que sirven de válvula para mantener tranquilo al pueblo cada cierto tiempo votando. ¿Votando por la o el más probo, coherente, consecuente, preparado, honesto, quien mejor nos representa?

El problema es que con todo eso se ha desprestigiado lo que debiese ser una forma noble de ponernos de acuerdo, de organizarnos y darnos gobierno con tolerancia y respeto mutuo. La suciedad y juego sucio de algunos, termina manchando y corrompiendo lo que es de todos. Así ocurre que los jóvenes están ni ahí con la política, hay un sector que llama a no votar o a anular votos y la abstención electoral se ha vuelto tremenda. ¿Qué tan democrático es un gobierno elegido solo por 30 a 40% del electorado? Y peor aun, que esta evidente crisis pareciera no importarle a la ciudadanía distraída en la farándula o convencida de que nada pueden hacer para cambiar las cosas.

Y aquí, vale hacernos eco y parte del llamado del Obispo Infanti hacia una política hermanada con la fe y por ende centrada en la ética de los valores trascendentes y que parta de nosotros mismos en la acción diaria.

Y en la entrega de este llamado de hace algunos días, conversando con Jorge Muñoz de la Pastoral de Migraciones de Neuquén, un chileno avecindado allá, él me decía: “entonces no puedes dejar que los sinvergüenzas se adueñen de la política”, con lo que caí, en que la verdad del sistema es que unos nos han robado la economía para su beneficio y otros nos han robado la política para su beneficio o el beneficio del poder político – económico para mantenerse como dueños del sistema. ¿Y, hay salida o solución? ¿Sustraerse de la política? ¿Meterse en ella con candidaturas? ¿Hacer política constructiva y propositiva, de control y denuncia desde las organizaciones ciudadanas? ¿U otras? Preguntas de importancia no menor y que cuesta responder.

Como se sabrá, las Organizaciones No Gubernamentales por estatuto no podemos participar en política electoral y la verdad es que así como están las cosas eso parece bastante sabio. Así se evita la división interna, la dependencia de partidos y mezclarnos en una actividad con mala imagen. Al mismo tiempo, no podemos dejar de hacer e inmiscuirnos en la política de verdad, la que rige nuestro destino, la política de participación ciudadana y democracia en la base, tampoco podemos sustraernos en el control y denuncia de los malos, mentirosos y corruptos que ensucian la política. Ni de la responsabilidad de limpiar, enaltecer y recuperar, de volver ética una actividad noble y que debiéramos considerar como nuestra. Tarea no menor ésta que debiese comenzar en nosotros mismos, en nuestras familias, en nuestras organizaciones, en nuestro emprendimiento, en nuestro vecindario.