Estrategia 05.08.13 En la Zona Austral los megaproyectos hidroeléctricos han solicitado concesiones mineras que atraviesan el territorio en más de 1.000 kms.
Chile tiene una minería desde la época de su descubrimiento, solamente contrapesada con la actividad agrícola en su momento. Por ello, el Código Minero, que tiene una especial fuerza legal respecto del resto de las leyes, respeta las viñas y las arboledas. Hace un tiempo, presenté una iniciativa para incluir las instalaciones turísticas, lo que no ha sido fácil aprobar. Es tal el peso de esta legislación que muchos utilizan las concesiones mineras para asegurar determinados proyectos, distintos a la actividad o para oponerse a proyectos no mineros, lo que es todo una ironía.
En la Zona Austral los megaproyectos hidroeléctricos han solicitado concesiones mineras en longitudes que atraviesan el territorio en más de 1.000 kms. Se han pedido porciones de comunas completas para “proteger” las áreas a inundar por las represas. Si a lo anterior superponemos el abusivo sistema de concesión de los derechos de agua, resulta que los pobladores rurales terminan siendo propietarios de una escasa superficie laminar de tierra y, se ven inhibidos de desarrollar proyectos turísticos que sean compatibles con un sello de producción de origen natural y que saque partido de la belleza escénica y de la identidad cultural.
No puede ser que los costos completos de determinados proyectos sean con cargo a las comunidades, al hecho de impedir proyectos alternativos que generan círculos virtuosos en las regiones. La minería es una importante actividad, en la cual hay que aprender con rapidez el garantizar el cuidado del entorno, de los ciclos hidrológicos, los ecosistemas y lograr compatibilizarlo con otros proyectos, incluidos los que requieren la conservación. La minería será cada vez más selectiva, con procesos de ingeniería de hilo fino, y con soluciones que no pasan por las compensaciones. Tampoco puede permitirse el que se use y abuse del Código Minero para otros fines.