El Dínamo, 02.08.13 Patricio Rodrigo, secretario ejecutivo del Consejo de Defensa de la Patagonia. En cierta medida estos ejercicios vienen a reemplazar la función de planificación de la política eléctrica que el Estado se ha negado realizar, transformándose de paso en una verdadera oficina de partes que solo recibe proyectos y ordena un plan de obras.
Hace unos días se ha hecho público un documento que analiza los escenarios energéticos del país para el Sistema Interconectado Central (SIC) y el Sistema Interconectado del Norte Grande (SING) en un horizonte al año 2030 en el cual participan diversos actores de sector privado, público, ONG y académicos. En su lanzamiento me correspondió realizar un comentario del mismo que aprovecho de socializar en esta columna.
Lo primero que se rescata de este evento es la importancia de la existencia de espacios para el debate eléctrico entre diversos actores con una mirada de largo plazo. En cierta medida estos ejercicios vienen a reemplazar la función de planificación de la política eléctrica que el Estado se ha negado realizar, transformándose de paso en una verdadera oficina de partes que solo recibe proyectos y ordena un plan de obras.
Si bien la incertidumbre es generalizada sobre el futuro de los mercados en los próximos años, producto de: la burbuja China y de EE.UU, sumado a la crisis financiera europea, la extremada dependencia nuestra del Cobre (56% de las exportaciones) y de China, junto con la volatilidad de los precios de materias primas. Siempre es adecuado el ejercicio de visualizar el futuro y los escenarios posibles.
La modelación se realizó para ambos sistemas eléctricos desde una visión de mercado, a cargo de la Universidad Adolfo Ibáñez y desde una visión de energías renovables, a cargo del Programa Chile Sustentable.
Si bien son lógicas diferentes y tienen propuestas alternativas en cuanto a la proporción de las diversas fuentes y sus costos, no dejó de llamar la atención la fuerte incorporación de las fuentes solares para los cuatro escenarios proyectados, tanto en la fotovoltaica como en la solar térmica de concentración, dando de paso una señal potente del potencial de desarrollo de esta fuente cuyo potencial en el país supera el millón de MW. No deja de llamar la atención la lógica inversa observada cuando el escenario de mercado, contempló mayor energía solar de concentración que el escenario de energías renovables.
También la energía de centrales mini hidro salió castigada en ambos escenarios, ya que es mucho mayor el potencial existente, la cercanía a la demanda y los tiempos requeridos para su implementación. La barrera de los derechos de agua y oposición de comunidades sería lo que explica este fenómeno.
Respecto de los costos, ambos escenarios no incorporaron cabalmente la clara tendencia a su disminución para las energías renovables y en general los costos impuestos por el modelo utilizado son más altos de los posibles de obtener en el mercado, lo que mejora aún más la sensibilidad de las proyecciones.
Respecto de los desafíos de política pública, lo primero que se planteó en los comentarios fue sobre lacontroversia del actual modelo de considerar a la electricidad solo como un negocio, cuándo es además un servicio de utilidad pública de gran relevancia para la sociedad. Si bien esta mirada viene desde las privatizaciones de Endesa, Chilectra y otras empresas públicas, hoy parte de la demanda social es alcanzar un equilibrio del servicio y que no predominen solo los criterios de la máxima rentabilidad privada.
También se puso énfasis en la necesidad de cambiar el modelo marginal, donde el costo del combustible más caro es el que fija el precio, permitiendo de paso la captura del mismo, por uno de costo medio que garantice la rentabilidad, pero impida la especulación y abuso en el mercado spot con precios exagerados. Esto mismo ha hecho que el modelo esté enviciado a quemar siempre diésel y así subir el precio de las demás fuentes que ingresan al sistema. Por lo demás controlado por un Centro de Despacho Económico de Carga (CDEC) que es financiado por las generadoras y que debería ser democrático y trasparente.
Se mencionó además que el empoderamiento de la ciudadanía y comunidades, llegó para quedarse y es una variable que debe ser considerada ex antes por los proyectos, más allá de las meras compensaciones. Al respecto se planteó una propuesta de política eléctrica desde la visión ciudadana que en resumen debe contemplar siete ejes: 1. Competencia del mercado sin barreras de entrada. 2. Un Sistema Nacional de Transmisión y de Generación Distribuida. 3. Un CDEC democrático y transparente. 4. Fin al costo marginal e ir al costo medio. 5. Fomento decidido de las ERNC y el Uso Eficiente de la Energía. 6. Recuperar el rol del Estado en la Planificación Estratégica, en la Regulación y en el Ordenamiento Territorial, y 7. Definir además una Estrategia de Transición que concilie intereses en el cambio de la situación actual por una matriz sustentable.