¿Se ha percatado que en nuestro país uno continuamente se siente abusado y que los ciudadanos convertidos en meros consumidores valemos al sistema cual vaca lechera para todo tipo de negociados?. En esta selva, el que para más remate te inscriban fraudulentamente y por cierto sin tu consentimiento, en un partido político, obvio que provoca indignación. Y eso es lo que ocurrió en las recientes primarias de los dos conglomerados políticos que gobiernan este país. Primarias financiadas por todos los chilenos, gracias la “ley del embudo” de quienes por lo demás suelen oponerse a costear plebiscitos y referéndums. Y como los partidarios de los demás partidos “chicos” no podían votar, fueron pasados por el filtro y con eso aparecieron al menos 1500 casos de inscritos, hace años ya, en partidos sin su conocimiento. Esa práctica, como nos informó el Director Regional del Servicio Electoral, es antigua y común en todos los partidos, cosa que luego vino a confirmar el Presidente Regional del PRI, Eduardo Cruces, cuando luego de decir que mucha gente “se olvidó que en algún momento acompaño o patrocinó a algún partido”, termina afirmando que “en ese partido (la DC) también hay prácticas de ese estilo”. Práctica común que los electores vinimos a conocer casi por una casualidad y que dicen proviene de una mala ley electoral de los tiempos de la Junta de Gobierno, pero que sin embargo nadie hace algo por cambiarla.
La cuestión es que el Servel en Santiago ya antes de las primarias estaba poniendo el manto de duda, afirmando irresponsablemente que esas inscripciones provenían de campañas públicas como aquella por las ballenas de años atrás. Obvio que así quienes fueron victima de las inscripciones brujas lo primero que hicieron fue recordar la última firma que pusieron para alguna campaña o consulta ciudadana. Era cosa, acá en la región, de escuchar la radio o ver las redes sociales y llovían los reclamos contra Patagonia sin Represas, la consulta ciudadana del día del ambiente y contra quienes colectaron apoyo a la “Ley Emilia”.
El que luego el Director del Servel insistiese en que “son personas que van por la vía pública y los han hecho firmar a favor de las campañas que todos sabemos, Patagonia sin Represas, protección de los perros vagos y hasta apoyo por el caso Zamudio y que han sido instrumentalizados por estos partidos” solo contribuyó en echarle aun mas pelos a la sopa.
Y la verdad es que el Servel no tiene cómo demostrar sus afirmaciones poco serias e irresponsables, de hecho su Director Regional admitió que los antecedentes de las inscripciones fraudulentas podían provenir no solo de la calle, sino también de bases de datos de centros comerciales, sistema financiero, empresas de telecomunicaciones, etc.
Lo que si esta claro, es que hay inscritos en forma fraudulenta, lo cual es un delito, con responsabilidad de los partidos por ese tipo de práctica y lo que evidentemente no contribuye en mejorar su mala imagen gremial ante el país. Y por otra parte, quien aparece inscrito en un partido se supone que firmó una ficha ante un notario, o sea hay notarios responsables de dar validez legal al acto en documentos firmados ante ellos. Notarios, que según nos hemos enterado son de Santiago y evidentemente no tienen la ética que se requiere como para detentar un cargo de tanta responsabilidad y confianza pública.
Entonces, cuando se desprestigia las campañas nobles y de participación y consulta ciudadana en la calle, cuando se pone en duda el ejercicio de la democracia en la base, aparte de cometer un acto irresponsable e ilegal, se esta cometiendo un tremendo daño a quienes llevamos adelante ese tipo de acciones, pero ante todo, se daña a la democracia en si. Y eso es mas grave aun. Evidentemente todo esto también afecta a las candidaturas independientes que están actualmente recolectando firmas.
Y todo esta gracia hecha, extrañamente, por quienes se autoerigen o han sido designados como “dueños” de ella (la democracia y el sistema electoral). Francamente no se si lo harán a propósito, porque hasta huele a “maquinación política”, pero no les podría haber resultado mejor, en sentido negativo, su canallada y deleznable actuar.
La única esperanza que nos queda, es que la ciudadanía se de cuenta de quienes son los verdaderos responsables de este nuevo engaño y la autoridad, antes que este delito pase al olvido, castigue ejemplar y públicamente a quienes abusaron de la democracia y sus cargos de confianza pública.